El diálogo, en cualquiera de sus formas o manifestaciones, es esencial para la convivencia humana.

El progreso de la civilización está ligado a la aparición y el desarrollo de las ciudades, en las que la vida comunitaria se ordena alrededor de instituciones y estructuras extraordinariamente elaboradas. La división del trabajo permite un avance sin igual en la producción de bienes, que por primera vez puede ir más allá de la simple lucha por los alimentos. Se desarrolla así la artesanía, la escritura y una "ciencia" incipiente, pues no todo el mundo tiene que producir ya su propio sustento.
Este innegable proceso, sin embargo, convierte a los ciudadanos en dependientes unos de los otros, pues la ciudad funciona tan solo si cada cual ejerce adecuadamente su papel, y exige un sofisticado sistema de cooperación. Por ello, el hombre pasa a ser político: la organización y el respeto mutuos son, a partir de este momento, lo más urgente y necesario para todos los ciudadanos.

domingo, 4 de marzo de 2012

Interés por la información.

El aumento de la información disponible, la prensa y la televisión permiten acceder a noticias de lo que sucede en cualquier parte del mundo, y las técnicas de la comunicación han hecho posible el acercamiento entre los pueblos del planeta. Sin embargo, la avalancha de noticias y desgracias que el hombre moderno conoce a diario genera en ocasiones la indiferencia ante el reiterado espectáculo de las necesidades humanas. La lejanía y la fragmentación de las noticias acaban por confundir y producen una cierta sensación de irrealidad. Se hace difícil ver, en muchos casos, qué es lo que uno podría hacer para mejorar las cosas, y se tiende al egoísmo que se comprendía en esta frase que, a menudo, repiten quienes optan por una indiferencia en lugar del compromiso: "no es mi problema".
Los medios de comunicación contribuyen a la transmisión rápida de las noticias, haciendo posible que, sin movernos de nuestro lugar de residencia, estemos enterados de cuanto ocurre en los lugares más remotos de la geografía del planeta. Pero el lazo que establecen las comunicaciones visuales y auditivas no parece suficiente para crear vínculos de solidaridad entre las personas y los pueblos.
Es posible "verlo" y conocerlo casi todo con puntualidad y realismo insuperables, pero no por ello mejora en la misma proporción la actitud cívica y solidaria, porque falta probablemente la reflexión personal, la valoración crítica de los datos conocidos y la capacidad o la conducta generosa de alegrarse con quienes se alegran y de echar una mano a quienes lo necesitan.
De todos modos, es cierto que la sensibilidad y el compromiso necesitan como base la información, porque nadie puede interesarse por aquello que desconoce. Por ello, la conducta cívica debe contemplar también el interés por la información; saber qué pasa, por qué pasa, cómo es la vida en ese lugar, qué cultura tienen, qué nivel económico o social, qué situaciones conflictivas se viven ahí, etcétera. El interés se suscita acompañando la noticia de dos ingredientes imprescindibles: la curiosidad, que lleva a la formulación de preguntas y a la necesidad de obtener mayor información, y el diálogo, que lleva a compartir con otros la reflexión personal suscitada por la noticia y, en consecuencia, a la adopción de una postura crítica, consciente y sólidamente fundamentada en relación con el contenido de la noticia.
A menudo, la actitud ante la información difundida por los medios de comunicación social es excesivamente superficial, y no puede servir de fundamento para una conducta cívica, de interés real por las situaciones que se viven a nuestro alrededor. El buen ciudadano no puede inhibirse ante los problemas sociales, económicos, ambientales, políticos, etcétera que se viven en su entorno, y sabe recibir atentamente la información y valorarla. Porque sabe que sólo así puede ser solidario.

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