El diálogo, en cualquiera de sus formas o manifestaciones, es esencial para la convivencia humana.

El progreso de la civilización está ligado a la aparición y el desarrollo de las ciudades, en las que la vida comunitaria se ordena alrededor de instituciones y estructuras extraordinariamente elaboradas. La división del trabajo permite un avance sin igual en la producción de bienes, que por primera vez puede ir más allá de la simple lucha por los alimentos. Se desarrolla así la artesanía, la escritura y una "ciencia" incipiente, pues no todo el mundo tiene que producir ya su propio sustento.
Este innegable proceso, sin embargo, convierte a los ciudadanos en dependientes unos de los otros, pues la ciudad funciona tan solo si cada cual ejerce adecuadamente su papel, y exige un sofisticado sistema de cooperación. Por ello, el hombre pasa a ser político: la organización y el respeto mutuos son, a partir de este momento, lo más urgente y necesario para todos los ciudadanos.

viernes, 17 de febrero de 2012

Un adecuado acceso a la enseñanza y a la cultura para todo el mundo es fundamental para que la postulada igualdad entre los seres humanos no sea un simple principio formal carente de contenido real. El analfabetismo, verdadera lacra en muchos países del Tercer Mundo, representa una importante barrera que impide progresar en la sociedad moderna. Por otra parte, la represión ejercida desde el poder sobre las minorías étnicas o religiosas sobre cualquier postura ideológica opuesta al régimen dominante sigue siendo, por desgracia, un espectáculo habitual y cotidiano en numerosos países del planeta.

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