El diálogo, en cualquiera de sus formas o manifestaciones, es esencial para la convivencia humana.

El progreso de la civilización está ligado a la aparición y el desarrollo de las ciudades, en las que la vida comunitaria se ordena alrededor de instituciones y estructuras extraordinariamente elaboradas. La división del trabajo permite un avance sin igual en la producción de bienes, que por primera vez puede ir más allá de la simple lucha por los alimentos. Se desarrolla así la artesanía, la escritura y una "ciencia" incipiente, pues no todo el mundo tiene que producir ya su propio sustento.
Este innegable proceso, sin embargo, convierte a los ciudadanos en dependientes unos de los otros, pues la ciudad funciona tan solo si cada cual ejerce adecuadamente su papel, y exige un sofisticado sistema de cooperación. Por ello, el hombre pasa a ser político: la organización y el respeto mutuos son, a partir de este momento, lo más urgente y necesario para todos los ciudadanos.

viernes, 24 de febrero de 2012

Civismo y educación vial.

La educación vial se ha convertido hoy, sobre todo en el entorno urbano y en las grandes vías de circulación, en un capítulo de suma importancia para la convivencia. La imprudencia de los conductores y de los peatones pone en peligro la propia vida y la de los demás. Por ello, el estricto cumplimiento del código de circulación, la evitación del alcohol y de la temeridad en el manejo del vehículo son reflejo del respeto hacia la vida de los demás. Los conductores deben ser muy conscientes de su responsabilidad y cumplir estrictamente las ordenanzas:

  • Respetar los límites de velocidad y las señales de circulación.
  • No invadir los espacios destinados a los peatones ni obstaculizar el paso de otros vehículos.
  • Respetar las indicaciones de los agentes, reconocer las infracciones cometidas (y aprender a evitarlas), aceptar y satisfacer la sanción impuesta justamente, sin recurrir al disimulo, la trampa o el soborno para eludir su pago.
  • Mantener el vehículo en buenas condiciones para garantizar la maniobrabilidad y evitar accidentes y para no incrementar, por un funcionamiento incorrecto, la contaminación atmosférica y acústica y evitar molestias a los demás.
Todo cuanto se ha dicho sobre el manejo de vehículos no se refiere sólo a los automovilistas o a los vehículos de motor, también quienes conducen bicicletas u otros vehículos deben respetar las normas de la circulación y evitar las situaciones de peligro para los demás o para sí mismos.
La obligación cívica alcanza también a los peatones. Poner atención al cruzar la calle, respetar las señales y las indicaciones de los agentes, ceder el paso a los vehículos sin obligarlos a maniobrar bruscamente, no circular en grupos por carreteras transitadas y, en todo caso, hacerlo siempre en ellas por la izquierda, son algunas obligaciones y medidas de prudencia propia del comportamiento cívico de los peatones.

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