El diálogo, en cualquiera de sus formas o manifestaciones, es esencial para la convivencia humana.

El progreso de la civilización está ligado a la aparición y el desarrollo de las ciudades, en las que la vida comunitaria se ordena alrededor de instituciones y estructuras extraordinariamente elaboradas. La división del trabajo permite un avance sin igual en la producción de bienes, que por primera vez puede ir más allá de la simple lucha por los alimentos. Se desarrolla así la artesanía, la escritura y una "ciencia" incipiente, pues no todo el mundo tiene que producir ya su propio sustento.
Este innegable proceso, sin embargo, convierte a los ciudadanos en dependientes unos de los otros, pues la ciudad funciona tan solo si cada cual ejerce adecuadamente su papel, y exige un sofisticado sistema de cooperación. Por ello, el hombre pasa a ser político: la organización y el respeto mutuos son, a partir de este momento, lo más urgente y necesario para todos los ciudadanos.

domingo, 12 de febrero de 2012

Expresión de los valores democráticos.

La complejidad creciente de la estructura social y el progreso de los modelos de organización hacia sistemas democráticos exigen, cada día, la participación de todos los ciudadanos. En democracia no es posible la gestión de la vida pública sin la participación de los ciudadanos, ni en el ámbito de lo internacional, ni en lo nacional, ni en el entorno más próximo. Por ello, la participación solidaria en cada uno de los distintos niveles del entramado social constituye una de las bases más firmes de la conducta cívica. Así pues, son deberes ciudadanos de primer orden:

  1. Hacer uno de los canales de representatividad en la vida pública, potenciar la eficacia de los cargos y servicios públicos y asumir, si cabe, la responsabilidad de su gestión.
  2. Contribuir a la mejora de la calidad de vida de nuestra sociedad mediante el ejercicio responsable de las tareas laborales encomendadas o, en el caso de los estudiantes, mediante el aprovechamiento responsable de los medios de formación de que disfrutan, sobre todo cuando son sostenidos con fondos públicos.
  3. Participar responsable y libremente en los comicios mediante cualquiera de las opciones democráticas de voto.
  4. Contribuir económicamente al sostenimiento del Estado, exigiendo a la vez, del Estado y de sus dirigentes, una gestión clara, justa y honesta.
  5. Respetar las instituciones y los símbolos patrios o de cualquier otro nivel de la administración del Estado, e incluso de los diversos grupos cívicos y culturales, partidos, entidades y asociaciones, constituidos sobre bases democráticas y justas.
Este planteamiento no significa que el civismo pueda ser identificado con el conformismo social. La alternancia política en el sistema democrático permite al ciudadano, en grados diversos en los distintos países y realidades, alinearse en los sectores de oposición y manifestar y hacer sentir su voluntad mediante su participación en los comicios electorales.
La conciencia democrática, fundamentada en una conducta cívica correcta, no sólo se manifiesta en una actitud responsable y coherente frente al Estado, sino también mediante la conducta responsable en otros muchos niveles de la actividad diaria de los ciudadanos: en la localidad, en las instituciones y asociaciones de las que se forma parte, en el mundo laboral, en la escuela, etcétera. Siempre, allá donde hay vida en común o social hay también necesidades, deberes y derechos compartidos y se generan, por tanto, estructuras de participación que exigen la aportación generosa y responsable de todos los ciudadanos que forman parte de ellas.

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