- Hacer uno de los canales de representatividad en la vida pública, potenciar la eficacia de los cargos y servicios públicos y asumir, si cabe, la responsabilidad de su gestión.
- Contribuir a la mejora de la calidad de vida de nuestra sociedad mediante el ejercicio responsable de las tareas laborales encomendadas o, en el caso de los estudiantes, mediante el aprovechamiento responsable de los medios de formación de que disfrutan, sobre todo cuando son sostenidos con fondos públicos.
- Participar responsable y libremente en los comicios mediante cualquiera de las opciones democráticas de voto.
- Contribuir económicamente al sostenimiento del Estado, exigiendo a la vez, del Estado y de sus dirigentes, una gestión clara, justa y honesta.
- Respetar las instituciones y los símbolos patrios o de cualquier otro nivel de la administración del Estado, e incluso de los diversos grupos cívicos y culturales, partidos, entidades y asociaciones, constituidos sobre bases democráticas y justas.
La conciencia democrática, fundamentada en una conducta cívica correcta, no sólo se manifiesta en una actitud responsable y coherente frente al Estado, sino también mediante la conducta responsable en otros muchos niveles de la actividad diaria de los ciudadanos: en la localidad, en las instituciones y asociaciones de las que se forma parte, en el mundo laboral, en la escuela, etcétera. Siempre, allá donde hay vida en común o social hay también necesidades, deberes y derechos compartidos y se generan, por tanto, estructuras de participación que exigen la aportación generosa y responsable de todos los ciudadanos que forman parte de ellas.
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