El diálogo, en cualquiera de sus formas o manifestaciones, es esencial para la convivencia humana.

El progreso de la civilización está ligado a la aparición y el desarrollo de las ciudades, en las que la vida comunitaria se ordena alrededor de instituciones y estructuras extraordinariamente elaboradas. La división del trabajo permite un avance sin igual en la producción de bienes, que por primera vez puede ir más allá de la simple lucha por los alimentos. Se desarrolla así la artesanía, la escritura y una "ciencia" incipiente, pues no todo el mundo tiene que producir ya su propio sustento.
Este innegable proceso, sin embargo, convierte a los ciudadanos en dependientes unos de los otros, pues la ciudad funciona tan solo si cada cual ejerce adecuadamente su papel, y exige un sofisticado sistema de cooperación. Por ello, el hombre pasa a ser político: la organización y el respeto mutuos son, a partir de este momento, lo más urgente y necesario para todos los ciudadanos.

domingo, 12 de febrero de 2012

El ser humano civilizado

Ciudadano y Con-ciudadano
El hombre es por naturaleza un animal social, un candidato a ciudadano de la aldea, el pueblo o la ciudad.
En realidad es siempre un con-ciudadano, un ciudadano a una con los demás y gracias a las ayudas que recibe de los otros: padres, parientes, amigos, maestros, médicos, bomberos, jueces, gobernantes...
La convivencia ciudadana permite que la persona humana llegue a ser ella misma, desarrolle las condiciones innatas de alguien que siente, ama, razona y planifica. Robinson Crusoe, el héroe de la novela de Daniel Defoe, es ciertamente admirable por su capacidad de sobrevivir por sí solo, pero si lo consigue es gracias justamente a las ideas, iniciativas y recursos que había recibido de la civilización en la que nació. Sin ella, el hombre retrocedería de golpe al estado salvaje, a la lucha más cruel por el alimento y a la absoluta indefensión frente a las enfermedades, las epidemias y las fuerzas de la naturaleza.
Pero esta condición social del hombreimpone y justifica ciertas normas de conducta, que hacen posible la convivencia ordenada y pacífica en una sociedad humana.
El conjunto de esas normas es lo que llamamos educación cívica o civismo.

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